Muy Feliz Día del Trabajador
El 1º de Mayo se conmemora el Día del Trabajador, que recuerda a los obreros ejecutados en 1887 tras el reclamo de reivindicaciones laborales.
El 1º de Mayo de 1886, un grupo de obreros estadounidenses se movilizó en reclamo de reivindicaciones laborales. Una de las reivindicaciones básicas era la jornada de 8 horas, hacer valer la máxima: «ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa»
La protesta, llevada a cabo inicialmente por 80.000 trabajadores, pronto desembocó en una huelga nacional que afectó a numerosas fábricas. La fuerza demostrada por los obreros en su reclamo marcó un antes y después en la historia laboral, instaurándose aquella fecha como el “Día del trabajador”.
En Argentina, el día del trabajador se conmemora desde fines del siglo XIX. El primer acto se realizó en 1890, en el Prado Español de Buenos Aires, y contó con la participación de numerosos movimientos obreros, integrados en su mayoría por inmigrantes -alemanes, italianos, españoles y portugueses-. Con este acto se inicia en el país la tradición de recordar, cada 1º de Mayo, el “Día del trabajador”
A lo largo del siglo XX, los progresos laborales se fueron acrecentando con leyes para los trabajadores, para otorgarles derechos de respeto, retribución y amparo social, en especial en Argentina durante los 2 primeros gobiernos de Juan Domingo Perón. Sin embargo, en la última década del siglo algunos de esos progresos retrocedieron bajo la influencia del neoliberalismo
REFLEXIONES SOBRE EL TRABAJO
Tener una fuente de ingresos derivada de una actividad productiva otorga beneficios que van más allá de poder asumir los gastos que generamos, es por ello que el trabajo no va ligado únicamente a la subsistencia.
Gracias a ese beneficio económico, podemos tener acceso a prestaciones y servicios que aumentan nuestra calidad de vida. Y eso deja de ser un mero beneficio material, para convertirse también en un poderoso beneficio psicológico.
El trabajo también proporciona beneficios sociales, ya que lo desarrollamos por y para la sociedad. La labor productiva brinda a las personas la sensación de estar haciendo “algo que sirve“. Con lo que la actividad realizada para los demás también revierte favorablemente en uno mismo.
Trabajar también facilita la sociabilidad. La interacción social que se deriva del trabajo (exceptuando los casos de acoso laboral) es saludable. El trabajo puede ser el lugar de inicio o establecimiento de todo tipo de relaciones personales.
Uno de los beneficios más importante es el que supone para la autoestima. Estar envuelto por tareas, demandas, objetivos y, en general, todas las obligaciones derivadas del trabajo, construyen día a día la confianza en nosotros mismos y afectan en buena medida a nuestra autoimagen, a cómo nos vemos y consideramos como personas.
Piensa que, por muy engorroso y estresante que sea levantarse cada mañana para trabajar, tiene buenas compensaciones. Míralas, exprímelas, disfrútalas… y deja de darle más relevancia a todo lo negativo.
Con lo que hacemos y producimos, mostramos lo que somos. Todo trabajador, independientemente del ámbito en el que realice su trabajo es en primer lugar persona, esto nos lleva a una actitud no sólo de hacer más y mejor el trabajo, sino a ser más y mejor ser humano.
Es indispensable defender el derecho al empleo, al salario justo, a las prestaciones obligatorias, a beneficios adecuados, al trabajo de la mujer, al no trabajo de los niños, a la creación de sindicatos con su derecho a huelga, todo en el marco de la ley.
Así entendido, “el trabajo no es una mera necesidad biológica de subsistencia, es un deber moral, es un acto de amor que se convierte en alegría, la alegría profunda de darse por medio del trabajo a la propia familia y a los demás ” (Karol Wojtyla), la alegría de servir a la sociedad aunque tal servicio conlleve sacrificios.